Gonzalo Duque-Escobar
Creo conveniente hacer alguna alusión a un hecho aparentemente poco trascendental, pero de implicaciones no deseables en un país confesional y de corte absolutamente premoderno, en el que valen más las impresiones que los argumentos y las formas que las ideas: es que no deben prosperar los aires inquisidores y poner en duda la ya larga y fructífera labor de varios lustros a cargo de los compañeros de ASAFI, por haber dado paso a una conferencia sin propósitos mercantiles y en espacios reconocidos como propios de la astronomía, para abordar una temática de “otros saberes” afines a la protociencia, sin dogmatismo ni fanatismo y con la manifiesta intensión de abrir un conocimiento al examen riguroso de la experimentación y discusión científica. Hacerlo así en nuestros escenarios, no significa abrir caminos a los seudocientíficos que han inficionado nuestra cultura, ya como mercaderes o al servicio de quienes trafican con la miseria humana al amparo de su ignorancia.
Para empezar, al igual que ocurre hoy con la astronomía cuyos orígenes pasan a confundirse con la astrología, en el transcurso de los comienzos de la época moderna, la actual química no es otra que la propia evolución de la alquimia, y por lo tanto es valido hacer de una y otra materia de estudio y confrontación para quienes mantengamos el interés en la historia de la ciencia. Igualmente, vale la pena recordar que en 1629 Kepler inventa la ciencia ficción con un cuento del viaje a la Luna, describiendo la velocidad de escape, la ingravidez a mitad de camino y las leyes de la física de entonces, no propiamente para fines poco nobles y profanos como el de los seudocientíficos.
En la historia de la ciencia, la astrología como la alquimia fueron antiguas prácticas protocientíficas y disciplinas filosóficas que combinaron elementos de la ciencia, la técnica, el arte y la filosofía, pero evolucionaron al admitir para su desarrollo la falsabilidad y mantener el carácter propositito de sus teorías. El término protociencia se define como un conocimiento que alude a una nueva área de esfuerzo científico en proceso de consolidación, tal cual lo fueron en su momento éstas, y lo son ahora la teoría de cuerdas y las branas de la supuesta undécima dimensión, o también la hipotética energía oscura que aceleraría la expansión ya observada del Universo.
Para no tener que ir lejos, si alguien no ha ganado el Nóbel de física ha sido Stephen Hawking, simple y llanamente por ocuparse de asuntos no comprobados, corriendo con esa suerte al ocuparse de la cosmología en el estado de seudociencia, con la misma suerte de Albert Einstein quien tampoco recibió su Nóbel por la Teoría de la Relatividad, dado que esta no tenía soporte experimental como sí su trabajo sobre el efecto fotoeléctrico galardonado en 1921. En definitiva, como reza una sabia enseñanza: no le temíais a la luz del conocimiento porque ella te libera de las cadenas de la ignorancia.
Ed. Circular RAC 523. Desde el OAM,
http://oam.manizales.unal.edu.co
Imagen: “Lección de Anatomía” por Michiel Jansz van Mierevelt (1617), en: http://arboldemedicina.blogspot.com
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