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17/4/11

PLANEACIÓN PREVENTIVA Y CULTURA DE ADAPTACIÓN AMBIENTAL



Por Gonzalo Duque-Escobar

En virtud de la inercia de un modelo asistencialista y socorrista en materia ambiental, consecuencia de una planeación históricamente inspirada en la imprevisión y falta de información para el soporte de los análisis del caso, y de la falta de una cultura ambiental ciudadana, con las intensas lluvias de la primera fase lluviosa de 2011 volvemos a un ciclo de desastres que no pareciera tener fin. En semejante situación, donde evidentemente, ni las causas ni las consecuencias son sorpresa, dado que se trata de una serie de crónicas con respaldo en la experiencia recién vivida y repetida por cada comunidad de damnificados, entonces pregunto: por el carácter creciente y sostenido del Calentamiento Global y la carencia de una cultura institucional y ciudadana para resolver la vulnerabilidad ambiental a sus efectos ¿quién aseguraría este país contra desastres naturales causados por eventos hidrometeorológicos y hasta dónde alcanzarían los ingresos de la Nación?

Finalizando el 2010, apreciábamos las aterradoras imágenes de pueblos desaparecidos bajo el agua en Atlántico y Bolívar y escuchábamos descomunales cifras estimando en más de un millón los damnificados, lo que llevo al gobierno a declarar calamidad pública en 28 departamentos del país para atender las graves consecuencias del mayor invierno ocurrido en 30 años. Entonces, las voces y sugerencias no se hicieron esperar y los usuarios de las redes sociales propusieron interesantes medidas, como reforestar cuencas e intervenir áreas de interés ambiental, recuperar ciénagas, humedales y cuerpos de agua, implementar campañas de educación ambiental, sensibilizar a la ciudadanía para su solidaridad con el planeta, combatir la pobreza y la corrupción, no robar y orar, y mejorar las campañas de prevención y solidaridad, entre otras.

Pero igualmente, en virtud de los pronósticos sobre la persistencia de La Niña para este segundo trimestre de 2011, la cual llegaría hasta mediados de año, dado que nuestro clima tropical andino presenta dos ciclos lluviosos que se exacerban cuando arrecia dicho fenómeno climático causando torrenciales aguaceros, tormentas vendavales y chubascos; eventos que a su vez, al encontrar cuencas deforestadas y poblados o barrios en condición vulnerable, desencadenan inundaciones rápidas y lentas, procesos erosivos y movimientos en masa como son los deslizamientos, flujos y avalanchas, cuyas consecuencias resultan trágicas cuando no catastróficas, al dejar cientos de miles de damnificados e incuantificables pérdidas de vidas humanas y bienes, tal cual lo empezamos a sufrir de nuevo en esta temporada de la Semana Santa de 2011.

Para el efecto, si al examinar los costos ambientales, se tiene que de la prevención al desastre la diferencia es de un orden y del desastre a su recuperación, de otro orden, vale la premisa popular que invoca “más vale prevenir que curar” para orientar las políticas públicas del estado Colombiano, de extremada urgencia y largo plazo, necesarias en la adaptación que se corresponde con el gasto público, y sobre todo, para una cultura de adaptación ambiental que responda a esta compleja crisis socioambiental de los desastres hidrometeorológicos en Colombia, donde habrá que actuar identificando y separando problemas causa y problemas consecuencia, para trazar estrategias y acciones más eficaces y adecuadas, empezando por una planeación participativa y concertada de cara a los desastres.

Desde el OAM, Ed. Circular RAC 607
http://www.manizales.unal.edu.co/oam_manizales
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Imagen: Telemundo-T33 en: http://lamp02.entravision.com/