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12/6/11

COLOMBIA: CUIDA Y MIRA A TUS OCÉANOS



Por Gonzalo Duque-Escobar

Se ha celebrado el pasado 8 de junio el Día Mundial del Océano, con este lema para el año 2011: “Nuestros océanos: por un futuro verde”. Venimos de los mares, allí surgieron las primeras formas de vida. Primero aparecieron las células primitivas, y de ellas los organismos unicelulares originales a partir de los cuales la vida se fue haciendo cada vez más compleja y organizada; millones de años después llegaron los vegetales y animales terrestres, y de estos finalmente el Homo Sapiens que al evolucionar culturalmente, paradójicamente procede más tarde a contaminar el mar para comprometer la estabilidad biológica de su propio hábitat, el Planeta azul donde su capa de la hidrósfera iluminada por el Sol, ecosistema del fitoplancton, es la zona crítica de la biosfera, por ser base de todas las cadenas alimentarias de la vida animal marina, y como tal importante fuente de alimento para nosotros.

Dado que en las primeras decenas de metros sobre la línea donde el continente se encuentra con el océano, vive la mayor proporción de la población del planeta, es allí donde más afectación se causa al ecosistema, máxime cuando también los mares regulan el clima global al incidir sobre su temperatura, humedad del aire y precipitaciones. Igualmente, las algas del plancton del extenso océano que en el proceso de fotosíntesis intercambian con la atmósfera dióxido de carbono y otros gases relacionados con el calentamiento global, además de contribuir con la anterior función previenen la eutrofización del medio marino, gracias al tratamiento de los fosfatos y nitratos contenidos en los vertimientos contaminantes que en retribución a sus servicios irresponsablemente le proveemos desde las ciudades, como evidencia de que parecemos ser una civilización con vocación suicida.

Y dado que Colombia cuenta con 988.000 km² de extensión marítima, cuantía que equivale al 86,5% de la superficie del país donde el área continental alcanza 1.141.748 km², es hora de pensar en nuestros mares con sus ecosistemas, recursos pesqueros y mineros, y oferta cultural y paisajística de nuestras costas y regiones insulares. En ellos poseemos un potencial como medio de transporte que facilita la convergencia de rutas marítimas y aéreas para el comercio, ya que los mares de la Patria ofrecen posibilidades para una conexión interoceánica. Es que el alcance estratégico de nuestro territorio va más allá de estas regiones mediterráneas, tal cual lo señala nuestra Constitución Política al contemplar el dominio marítimo y agregar, como tema pendiente por definir los límites aéreos de la Patria, otro espacio que comprende nuestra órbita geoestacionaria ubicada sobre la fracción del Ecuador en el cenit de una línea imaginaria de un poco más de 600 km, cubriendo el alineamiento que empieza aguas abajo de Puerto Vargas, Putumayo, cerca de la común frontera con Ecuador y Perú, y cierra al Norte de la cabecera del Río Taraira del Vaupés, en la frontera con Brasil.

Pero los colombianos, por no haber tenido una visión marítima o haber vivido de espaldas a los océanos, escenarios por los cuales se moviliza el 90% del comercio del mundo, debemos obtener provecho de nuestra posición geoestratégica luego de tomar conciencia suficiente de la fragilidad de nuestros ecosistemas marítimos y de su importancia económica, cultural y ambiental. Contamos con 2900 km de extensión en ambos litorales, donde la luz solar llega durante todo el año y no tenemos estaciones. Allí están los manglares, importantes por su papel como estructuras que previenen la erosión costera, amenazados por los sedimentos de nuestros ríos que reducen la alta productividad de su diversidad biológica, al albergar especies de peces, crustáceos y moluscos, además de aves, batracios y otras especies que pueblas estos biotopos acuáticos y terrestres. Igualmente, para su preservación, se deberán tomar las previsiones del caso para no afectar esta riqueza en el momento de explotar recursos del subsuelo marino, primero con los hidrocarburos de las plataformas tectónicamente estables de la región insular del Caribe colombiano, y mañana con los nódulos polimetálicos de las llanuras abisales de nuestro Pacífico, fuente de manganeso, hierro y otros metales contenidos en dichas concreciones.

Desde el OAM, Ed. Circular RAC 614
http://www.manizales.unal.edu.co/oam_manizales
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