Aunque los ferrocarriles en Colombia tienen una historia que
se remonta a las últimas tres décadas del siglo XIX, su mayor desarrollo
aparece en los años veinte.
Indudablemente 1911, año en que se inauguró el canal de
Panamá, puede ser un hito para establecer el momento en el cual, el transporte
de arriería le cede paso al ferrocarril como medio de transporte de mayor
primacía en el escenario colombiano.
Los ferrocarriles florecieron sobre todo en las zonas
cafeteras de Colombia. Fue el grano de oro el verdadero motor de desarrollo de
la economía nacional y el único que hacía viable la construcción intensiva del
sistema ferroviario, a principios del siglo XX, salvo el caso de Bogotá donde
la naciente industria manufacturera y los requerimientos de importación de
entonces, justificaban este medio de transporte para empalmar la región andina
con las dos costas colombianas, cuyos orígenes se remontan a los tiempos de
González Benito y de Cisneros.
Entre los ferrocarriles de finales del siglo XIX están el de
Cúcuta-Puerto Villamizar y Cúcuta- Río Táchira; el de
Bogotá-Facatativá-Girardot; Bogotá-San Miguel y Bogotá-Zipaquirá-
Nemocón-Barbosa; el de Dorada-Ambalema; el de Cali-Buenaventura y Popayán-Cali-
Cartago; el de Santa Marta-Fundación, el de Girardot- Espinal-Ibagué-Neiva.
Su impacto
A juicio de los investigadores colombianos Emilio Latorre,
Jorge Orlando Melo, J. M. Bejarano, A. Tirado M.- y otros extranjeros- Theodore
Nichols, Donald Barnhardt, Fredd Rippy, Robert C. Beyer, etc.-, el impacto de
los ferrocarriles cafeteros puede equipararse al de los ferrocarriles
estadounidenses para norte América, y también al de la construcción del canal
de Panamá en 1911. Ciertamente, antes de la construcción del canal de Panamá
gran parte de las poblaciones de mayor relevancia en Colombia se ubicaban en
Cundinamarca, Boyacá y Santander, y después de ese año aparecerán sobre el
Viejo Caldas y el Valle del Cauca al norte de Cali.
Debe añadirse que al desarrollo de los ferrocarriles
cafeteros se sumó el papel del cable aéreo en el caso de Manizales y que
también hubo ferrocarriles cafeteros en el Valle de Cúcuta y en el
sur-occidente de Antioquia.
Después de la crisis del 29 cambia el modelo económico de
Colombia. Ya para la década de los 30 los planificadores encuentran más
eficiente la construcción de carreteras para unir pueblos que el mismo
ferrocarril. El ferrocarril cafetero fue la fórmula para acceder con el café a
los mercados internacionales en la primera apertura económica del país.
Entonces el protagonismo del transporte nacional pasa al
transporte carretero y con las nuevas vías, Colombia deja la economía de
acumulación para iniciar la del verdadero desarrollo, en la medida en que los
nuevos medios de transporte ya no solamente buscan puertos marítimos, sino que
tratan de encontrar los poblados para llevar de paso la electrificación rural,
los puestos de salud y las escuelas rurales, a lo largo y ancho de la geografía
nacional.
Líneas ferroviarias
La industrialización de Medellín a juicio de los teóricos de
la planeación, se debe en especial al Ferrocarril de Antioquia, que por esta
época de transición logró unirse también al Pacífico, mediante la construcción
de la línea ferroviaria entre Bolombolo y Cartago, para conformar parte de la
red que hacían al sur el Ferrocarril de Caldas y el del Pacífico, además de la
construcción del túnel de La Quiebra en 1929 para empalmar la línea férrea
entre Medellín y Puerto Berrío, construida entre 1874 y 1914. Similarmente, la
de Cali está ligada al Ferrocarril del Pacífico.
Integración similar se logró entre el Ferrocarril de
Cundinamarca y río Magdalena al construir el ferrocarril Facatativá-Salgar en
1928. De la década de los 20 también son el Ferrocarril de Nariño entre Tumaco
y El Diviso, la línea férrea Bogotá-Sogamoso y el cable aéreo entre Gamarra y
Ocaña, al cual le sucede el de Manizales-Aranzazu.
Más adelante se integra el país al construir un sistema
ferroviario, gracias a la línea ferroviaria a lo largo del río mayor de nuestra
patria que une La Dorada con Fundación, lograda entre 1953 y 1961. Después de
esto cabe destacar, la competencia entre medios de transporte a lo largo del
Magdalena, donde carretera y ferrocarril compitieron al norte de Honda hasta
Neiva, mientras al sur de Honda lo hicieron ferrocarril y vapores.
Estas experiencias lamentablemente tienen un gran peso de
irracionalidad en la aplicación de recursos, la misma que explica el por qué no
está siendo utilizada actualmente la vía fluvial como medio de transporte para
sacar y entrar mercancías por la ruta del Magdalena, pese a que el costo de
movilizar contenedores por agua es del orden de seis a siete veces inferior al
de transportarlos por carretera.
El Ferrocarril de Caldas
En 1915, la Asamblea Departamental expide la Ordenanza No
25, con la cual se aprueban los recursos para terminar los estudios, diseños y
trazados del Ferrocarril de Caldas, con una longitud de 117 kilómetros entre
Puerto Caldas y Manizales. El 16 de julio de 1915, el Gobernador José Ignacio
Villegas inaugura formalmente la construcción del Ferrocarril de Caldas en
Puerto Caldas, ubicado sobre la confluencia de los ríos Cauca y La Vieja.
La obra se desarrolla en tres tramos con características
técnicas diferentes: Puerto Caldas – Pereira (39 Km), Pereira – San Francisco
(Chinchiná) (44 km), y San Francisco – Manizales (34 km). Se prevén: una trocha
de yarda, once túneles que sumarán 0,77 km, radios de curvatura mayores de 80
m, y pendiente máxima 3% salvo San Francisco – Manizales que sería del 3 al 5%,
donde se requeriría tracción eléctrica.
La línea Cartago-Pereira se ejecuta entre 1915 y 1920;
Pereira San Francisco entre 1924 y 1925, y San Francisco – Manizales, entre
1925 y 1927. Las mayores vicisitudes en la obra, fueron ocasionadas por fuertes
lluvias: la destrucción de 8 km de banca en el ascenso de Boquerón y de 10 km
de la vía férrea a Chinchiná, justo la
noche del 28 de julio de 1925 en que se inaugura la llegada de tren a San
Francisco.
Hubo una suspensión de 4 años en Pereira, la que se resuelve
mediante la LEY 67 de 1923 que destina algunas partidas de la indemnización
americana por la pérdida de Panamá, para los ferrocarriles del Pacifico,
Antioquia, Caldas y Central de Bolívar.
De trocha angosta
Los expertos en transporte observan que el modo más
económico en el transporte motorizado es el agua, mientras el de mayor valor es
el aéreo. No obstante, el segundo le compite al primero que es el más lento,
por las dramáticas economías en el tiempo de movilización de carga. Esta es la
razón por la cual, en nuestro comercio exterior, las flores requieren de
transporte por aire, mientras el grano de café busca los puertos marítimos para
movilizarse.
Volviendo a los ferrocarriles, Colombia alcanzó a tener un
desarrollo tecnológico significativo en los denominados ferrocarriles de trocha
angosta. Salvo los ferrocarriles de Cúcuta y el de Salgar-Bogotá, y varias
líneas de Bogotá como el de Puerto Wilches-Bucaramanga, los demás fueron
ferrocarriles de una yarda o tres pies. Pero el tiempo le ha dado paso a los
ferrocarriles de 1,435 m que se denominan de trocha estándar, para el cual los
vagones pueden transportar el doble de carga- hasta 100 toneladas y alcanzar
mayores velocidades que la de los trenes de trocha angosta. Además, el material
de rodamiento es de mayor alcance comercial mientras los ferrocarriles de
trocha de una yarda o 0,914 m requieren pedidos previos para lograr su
construcción.
Si se construyen primero las líneas carboníferas, petroleras
y de ferro-níquel, más rentables, las siguientes etapas buscando los centros
industriales ubicados en condición mediterránea intramontañosa, serán más
factibles.
Ejes primarios
La apertura del país supone el desarrollo de una
infraestructura de transporte que mire nuevamente la ruta a sus puertos y
también la infraestructura y limitaciones de sus puertos. Por lo primero,
debemos recuperar las vías fluviales y férreas que son más eficientes que las
vías carreteras para el movimiento de carga. El transporte de carga por camión
debe quedar restringido a las operaciones de reparto o distribución, pero no
deben constituirse en los ejes primarios de carga, como ocurre hoy.
Los trenes de trocha angosta pueden quedar sobre las
empinadas montañas, mientras los ferrocarriles de largo aliento para el
transporte troncal de carga a lo largo de los valles interandinos y en las
zonas costeras, deben sostenerse en un 1,435 m para lo que son eficientes, y no
llevarlos a la montaña a donde sí compiten los primeros; esto para no tener que
modificar túneles, pendientes, radios de curvatura y capacidad de los
ponteaderos, todos calculados con base en 50 toneladas, contra 100 toneladas de
los vagones en trenes de trocha estándar. Hoy la red ferroviaria que alcanzó
3154 km en 1961 y que fue desmembrada en 1970 al interrumpirse en la Felisa
cuando movía 3 millones de tt equivalentes al 17% de la carga nacional, en
montaña muestra radios mínimos de hasta 70 m y pendientes que alcanzan 5%. Hoy en día, pensando en remontar nuestras cordilleras, además de túneles, debería emplearse doble tracción eléctrica para pendientes entre el 3 y 5%, dado que la eficiencia de estas locomotoras es 2,5 veces superior a la de las máquinas diesel.
El empalme entre ambas redes, la angosta y la estándar, es
factible mediante el uso del tercer carril cuando los trenes de montaña lleguen
a los valles de salida para transferirle la carga al sistema troncal
ferroviario o fluvial.
Expansión y competitividad
En materia de puertos, la cuenca del Pacífico como mayor
escenario de la economía y de la demografía mundial, con 2/3 del PIB y ½ de la
población mundial- requiere grandes
embarcaciones, dado que su extensión es varias veces superior a la del
Atlántico.
El canal de Panamá limitado a embarcaciones de 75 mil
toneladas hasta no ampliarse no resulta viable como canal interoceánico, dado
que las embarcaciones que hacen posibles los bajos costos de transporte en el
Pacífico desde el año 2000 superan las 90 mil toneladas, alcanzando incluso las
130 mil en los mayores barcos de contenedores de tercera generación. Panamá ira
tras los barcos Suez de 12500 contenedores, y esto no le quitará protagonismo a los
ferrocarriles costa a costa de los Estados unidos, dada la dinámica que muestra
el crecimiento del mercado por los mares.
Entre tanto, Colombia continúa su expansión portuaria con
puertos para barcos tipo Panamax, perdiendo la oportunidad de prepararse para
integrarse a la economía del siglo XXI y limitando su radio de acción a los
mares: los bordes de los océanos. En un escenario en el que Panamá esté
ampliado, Colombia puede entrar competitivamente, siempre y cuando llegue con
ferrocarril a Urabá. Lo que supone construir un puerto profundo en dicho lugar
para integrarlo a Cupica, con un tren cruzando por túnel la serranía del Baudó,
y haciendo los desarrollos urbanos en
Urabá para no comprometer el frágil ecosistema del Pacífico.
El puente seco entre los dos océanos, útil para recapturar
los flujos interoceánicos entre Europa y Asia, gracias a un sistema ferroviario
que complementado con la hidrovía del Atrato, avance por el Urabá antioqueño
hasta Vigía del Fuerte para salvar sus zonas anegables, como fórmula más
adecuada para reducir impactos ambientales en comparación con la ruta del
Darién por su efecto devastador en términos ecológicos y culturales, reduce los
costos de los fletes 3 a 4 veces.
Epílogo
Estas reflexiones pueden servir para pensar en cómo alcanzar
un transporte que haga viable la economía de cara al sector externo en épocas
de apertura económica. Dado que para el movimiento de carga desde la Región
Andina, Urabá generaría economías por distancia respecto a Cartagena, del 40%
para Medellín, 20% para Bogotá y 30% para el Eje Cafetero, en lugar de poner a
competir ferrocarril carretera y río a lo largo del Magdalena, se debería
integrar el corredor férreo del Cauca a la hidrovía del Magdalena y hacer lo
propio desde el Altiplano.
Aún más, en un plano de mayor nivel de desarrollo, otra
sería la historia si se articulan nuestros océanos entre Urabá y Cupica, y se
llega con tren al estratégico lugar de Antioquia, tal cual lo propuso Carlos E.
Restrepo en 1905, además de extender el ferrocarril desde Bolombolo hasta
Buenaventura, y construir el Ferrocarril Cafetero cruzando la Cordillera
Central, para implementar la intermodalidad al articular con el modo férreo el
Altiplano, la Hidrovía del Magdalena y el corredor férreo del Cauca.
Y en cuanto a la carga, habrá que implementar minera, para
extraer el carbón andino: las reservas medidas de los distritos carboníferos de
Cundinamarca y Boyacá, suman 412 millones de toneladas Mt, de las cuales se
extraen cerca de 8 MT por año en la primera década del siglo XX. Este carbón es
de 7000 calorías por kilogramo, el de Cerrejón de 6000 calorías y el de
Antioquia de 5000 calorías. En Antioquia, donde las reservas medidas llegan a
90 Mt de carbón térmico clase 1 A, la producción del primer lustro del siglo
XXI, alcanzó una media de 0,8 Mt por año.
Manizales, 23 de Marzo de 2006 (Actualizado en 2016).
(*) Gonzalo
Duque-Escobar: Ingeniero Civil con estudios de posgrado en Geotecnia, Geofísica
y Economía. Artículo escrito para la Revista Eje XXI.
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