El Tiempo.com- Opinión. Enero de 2022.
La protagonista de la historia se llama Matilde. Es una mujer hermosa, ávida lectora de novelas detectivescas. El día que mataron a Gaitán salió de su casa, acompañada de su hermana Sofia, a buscar a su padre, que había salido al centro de la ciudad para enterarse de lo que pasaba en la IX Conferencia Panamericana que por esos días se celebraba en Bogotá. Preguntan por él, pero nadie les da razón. Lo buscan entre los muertos que están tirados en la calle, y nunca lo encuentran. Ella va contando lo que ve: desolación, muerte, caos general. El relato es minucioso. Matilde tiene la capacidad para narrar los hechos. Y lo hace en forma detallada, sin que nada se le escape. Se lo cuenta a su hijo Federico cuando, años después, conversa con él frente a su casa, en el parque Nacional.
La novela tiene un título atractivo: La última tarde del caudillo. En una prosa que cautiva por su
exuberancia verbal, por su fino acabado literario y por su manejo del lenguaje
erótico, Jorge Eliécer Pardo reconstruye la vida del caudillo liberal. Con
olfato de historiador, se detiene en su origen humilde, en su formación como
abogado y en su fogosidad como orador, para darle al lector la imagen del
hombre cuyo asesinato partió en dos la historia de Colombia. Remitiéndose a
documentos históricos habla de su nacimiento el 23 de enero de 1903, de su
viaje a Italia en 1926 para especializarse en criminología, de su participación
en el debate sobre la masacre de las bananeras y de la oración por la paz que
pronuncia en la plaza de Bolívar de Bogotá dos meses antes de su asesinato.
El hilo conductor de la novela es la vida del hombre que con su palabra convenció a miles de colombianos de la necesidad de lograr la equidad social. El narrador sabe condensar todos los momentos de su existencia para darle corporeidad al orador que con el brillo de su palabra sabía interpretar las angustias de la gente del común. Con un discurso convincente, de corte social, centrado en la igualdad, exponía su pensamiento sobre cómo construir una sociedad más justa. Matilde, la esposa del joyero rico que se enamora de su profesor de piano, le cuenta a su hijo cómo fue ese cruento 9 de abril de 1948 cuando la turba enfurecida se tomó el centro de Bogotá después de atender el llamado que los gaitanistas hicieron para cobrar venganza por su asesinato.
La última tarde del caudillo es una
novela histórica sustentada en una investigación seria sobre la vida de un
personaje que, viniendo de abajo, con un discurso claro, arrullador en las
palabras, se ganó el afecto de miles de colombianos porque con él quería sembrar
la esperanza en un mañana mejor para las clases menos favorecidas. Como
novelista, Jorge Eliécer Pardo deja volar su imaginación para crear alrededor
de este hecho histórico una trama donde afloran pasiones, miserias, esperanzas,
sueños, ideales, odios, frustraciones y venganzas que le enseñan al lector cómo
impactó el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán la vida cotidiana de un país que
desde dos años antes de este acontecimiento venía en un enfrentamiento
partidista que desataría la violencia política.
Estructurada en forma polifónica, la novela es fiel a la Bogotá de la época.
Está ambientada en una ciudad fría y gris, donde la gente usaba gabardina,
paraguas y sombrero, y se desplazaba en tranvía. La voz principal, la de
Matilde, la hija de un ebanista seguidor de Gaitán, tiene aquí connotaciones
existenciales. Es una mujer que le perdió el amor a su marido, no obstante que
la llenaba de valiosos regalos, como diamantes, gargantillas con perlas, rubíes
azules y collares de oro. Lo deja de querer porque descubre que nunca le dijo
que le gustaban las peleas de gallos y la lucha libre, con lo que ella no
estaba de acuerdo. También porque vomitaba cuando se emborrachaba y, además,
tenía malos olores. Esto lo cuenta ella en los cortos monólogos que hilvana
cuando habla de su amor con el pianista de Hamburgo.
Matilde se enamora de Hendrick por la forma en que le habla. También por la
falta de cariño ante los constantes viajes de su esposo al exterior. En los
diálogos que tiene con su hijo, que son fluidos, abiertos, sinceros, le cuenta
la realidad de sus sentimientos. Mientras le narra lo que sucedió durante el
Bogotazo, le va explicando cómo es su vida. Hasta que decide decirle la verdad.
Lo hace porque está convencida de que el hijo sospecha de su relación con el
profesor de piano. Incluso, piensa que él le ve en la frente la letra escarlata
A, de adúltera, y que sus vecinos la señalan y hablan de ella a sus espaldas
por este motivo. En este personaje el novelista recrea la angustia de muchas
mujeres que le perdieron el amor a sus esposos y, sin embargo, continúan
conviviendo con ellos.
La última tarde del caudillo tiene fuerza testimonial. El
libro condensa hábilmente todos los recursos creativos que el arte de novelar
le permite a un autor para darle a su historia solidez argumental. Como el caso
de Matilde y sus dos enamorados, que coincidieron, sin verse, el día del
asesinato de Gaitán, frente al edificio donde él tenía su oficina. Ella acababa
de cumplir dieciséis años. La obra está sustentada en la realidad de un país
que no ha podido superar la violencia. Y cuenta quién era Juan Roa Sierra, y
cómo fue ese desangre que vivió Colombia en la década del cincuenta del siglo
pasado. La inclusión de las arengas de la turba cuando se desplaza hacia el
Palacio Presidencial le da a la novela verosimilitud. Un libro escrito en un
lenguaje exquisito, con un gran aliento poético, de fácil lectura.