Por: Gonzalo Duque-Escobar
Nuestra ciudad es hoy un escenario donde la pobreza y la informalidad, abaten a la mayor parte de la población, donde existe una proporción significativa de indigentes que sobreviven y cosechan residuos en las diferentes texturas del medio urbano.
Urge una respuesta estructural para bien de esa legión de pobres de la economía formal e informal, como son las personas que viven del rebusque o las madres pobres cabeza de hogar, entre otras; una respuesta para esa población despreciada que apenas sobrevive y que también le aporta al P.I.B. una cuantía significativa, que vive del espacio público del pequeño negocio en la casa o con su empresa itinerante, pero sin que el Estado le brinde oportunidades integrales acordes con su mísera condición y precarias posibilidades de progreso. Para el efecto, se requiere una estrategia integral que comprenda:
· Un programa de microcrédito blando para los pobres.
· Un programa confiable de capacitación y acompañamiento empresarial,
· Un previo fortalecimiento del tejido social,
· La adaptación física del su hábitat y normativa del medio social.
Como única alterativa directa deberemos ocuparnos en forma preferencial de esta masa de seres humanos, la de los marginados e informales, brindándoles esa cuádruple estrategia, para no sucumbir en medio de un escenario de pobreza cuyo efecto sobre la ciudad cada vez, más agrava el medio ambiente y degradada la sociedad.
Definitivamente debemos ser incluyentes con ellos y considerarlos como un cúmulo de
microempresarios y trabajadores dignos, con derechos y con enormes potencialidades:
sastrerías caseras, tienditas menores, revuelterías de esquina, puestos de obleas y jugo, tramitadores de documentos oficiales; vendedores de minutos de celular; talleres de reparaciones menores, vendedores de lotería; puestitos de sombrillas, estuches para control remoto y herramientas blandas; puntos ofreciendo confecciones, se arregla ropa, se pegan botones, arreglo zapatos, baratijas a mil, puestos de empanadas o arepas, almuerzo del día…
Cambiando las practicas del desarrollismo que incluso estimulan otras como las del tráfico con la miseria humana, por las de orientar el gasto y la inversión con un enfoque social y por las de una planeación que propenda por el uso racional y adecuado del suelo urbano buscando satisfacer los requerimientos de la sociedad en su conjunto, y en especial la de los sectores populares, se logrará mejorar las relaciones entre calidad ambiental, densidad urbana, movilidad, acceso a los recursos y posibilidades de desarrollo.
A nivel físico se requiere intervenir el hábitat y distribuir con equidad el equipamiento para potenciar sectores deprimidos y lograr una ubicación estratégica y equilibrada del conjunto de los elementos del escenario urbano. Es evidente que esto se conjuga con la consolidación de ciudadelas satelitales atendiendo las características topográficas y demográficas de la actual estructura física de la ciudad, buscando la integración y funcionalidad de las comunas más populosas, y la interacción metropolitana más eficiente. Esta forma de aprovechar las ventajas comparativas de la base cultural y la oferta ambiental del territorio y su nuevo equipamiento urbano, además de la correspondiente descentralización funcional y estructural de los recursos del municipio, previenen la proliferación de los “guetos” urbanos, potencia la participación ciudadana, reduce los índices de delincuencia y hace la ciudad más amable, y afianza el territorio que requiere la recuperación del tejido social.
Fuente: Fragmento tomado de UNA VISION Y DOS ENFOQUES DE MANIZALES, por GDE. 2007
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