21/10/08

Baja calidad del empleo rural

Rudolf Hommes

Publicado el 13-10-08. El pobre desempeño del sector agropecuario ha hecho que no genere suficiente empleo, y que el que genera condene a la población rural a continuar en la pobreza.

Un estudio importante describe esa situación (José Leibovich, Mario Nigrinis y Mario Ramos, 'Caracterización del Mercado Laboral Rural en Colombia', Borrador, 2008). El mercado laboral rural que describe se caracteriza por preeminencia de empleo de baja calidad. El 66 por ciento de los ocupados en el sector rural devengan salarios inferiores al salario mínimo. El 29 por ciento de ellos son asalariados.

Del 34 por ciento de los trabajadores que tienen ingresos superiores al salario mínimo, el 60 por ciento son asalariados y el resto por cuenta propia. En el campo, las autoridades no hacen cumplir las normas laborales. Esto permite que el desempleo sea 'friccional', como dicen estos autores, aludiendo a que el equilibrio se alcanza haciendo caer el ingreso hasta que se ocupan todos los que quieren trabajar. El pleno empleo se da a un nivel muy precario de ingreso y baja productividad laboral.

Las mujeres y los jóvenes que viven en las zonas rurales dispersas tienen las menores oportunidades y sus tasas de ocupación reflejan esa situación. La probabilidad de un trabajador rural que vive en el campo de estar ocupado en el sector moderno es muy baja (del orden del 20-30 por ciento); y sube radicalmente para los habitantes de las cabeceras (75 por ciento +). Esto constituye un incentivo a la inmigración hacia ellas y las ciudades. La probabilidad de ser ocupado en el sector moderno aumenta con el nivel de educación, es mucho mejor para los hombres que para las mujeres.

La productividad laboral en el sector solamente volvió a alcanzar los niveles que tenía en 1994 en el 2005. La productividad total de los factores ha venido progresando en los dos períodos de Uribe por una mejor seguridad y una mayor devaluación promedio.

También ha habido un repunte de la productividad del capital en el sector rural. Estas tendencias no son sostenibles a menos que se produzca un cambio técnico, mejoramiento del capital humano e inversión en infraestructura.

Una estrategia del mejoramiento de los ingresos rurales tiene que estar enfocada a obtener mayores aumentos en la productividad y en el empleo. Como los aumentos en productividad implican una pérdida potencial de empleo, hay que generar mayor demanda para crearlo, y esto hace necesario generarlo en las ciudades o hacer crecer la producción rural con nuevas exportaciones de productos agropecuarios (la tendencia ha sido la opuesta).

El aumento de las oportunidades de empleo en el sector rural derivado de un aumento de las exportaciones agroalimenticias es muy deseable, porque fomenta el desarrollo y el crecimiento económico, pero lo es aún más si se consideran las conclusiones de otro interesante estudio (Valentina Calderón Mejía (University of Chicago) y Ana María Ibáñez Londoño (Uniandes), The Impact of Internal Migration on Local Labor Markets: Evidence from Internally Displaced Populations in Colombia, 2008).

Calderón e Ibáñez estiman que la intensificación del conflicto interno desde los años 90, ha impulsado la migración forzada a niveles cercanos al 8 por ciento de la población. Por lo menos el 30 por ciento de estos inmigrantes, víctimas del desplazamiento por la violencia, se ubican en las 13 principales ciudades.

Esta migración produce un impacto negativo. Ejerce presión para bajar los salarios y aumenta el desempleo. La población desplazada tiende hacia el sector informal urbano, causando en parte la caída de los salarios y de las oportunidades de empleo de todos los trabajadores, pero específicamente de los de menor capacitación y los informales.

rhommesr@hotmail.com

Rudolf Hommes

Fuente: http://www.portafolio.com.co/opinion/columnistas/rudolfhommes/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_PORTA-4596506.html