Por Rudolf Hommes
Brasil es uno de los principales productores de alimentos y de productos agropecuarios del mundo y es posiblemente el primero o el segundo exportador de dichos bienes en todo el planeta. En los 15 años transcurridos entre 1990 y 2005 duplicó la producción de granos, casi triplicó la producción de carne, logró que la producción agrícola y el procesamiento de alimentos representara el 30 por ciento del PIB, aproximadamente, y que las exportaciones de productos agropecuarios y de comida fueran más del 40 por ciento del total de exportaciones de ese país, contribuyendo a la generación de casi en 35 por ciento del empleo. Desde entonces, Brasil se ha convertido en el líder mundial, principal interlocutor de Estados Unidos y Europa en la organización internacional de comercio (WTO).
Estos logros son el fruto de una política agropecuaria de largo plazo que comenzó aún antes de 1980 cuando principió a liberar los mercados agropecuarios y de alimentos y a adoptar para el sector políticas liberales afines al mercado. Este desarrollo se basa principalmente en la expansión de la producción para la exportación, como relata un documento de Fabio R. Chaddad y Marcos S. Jank (The Evolution of Agricultural Policies and Agribusiness Development in Brazil), publicado por la revista Choices, órgano informativo especializado que ha servido de inspiración y orientación para el presente escrito.
Estos autores sostienen que Brasil casi triplicó en el período 1990-2015 sus exportaciones de productos agroalimenticios, pasando de US$13.000 a US$32.000 millones, con lo que generó un superávit comercial de dichos bienes de US$29.000 millones en 2005. Desde entonces se ha beneficiado de los aumentos de la demanda mundial de alimentos y de precios y ha generado mayores ingresos de moneda extranjera. Brasil es prácticamente autosuficiente en la producción de alimentos.
El aumento de la productividad y el progreso en la producción de agroalimentos se atribuyen a un número de factores, entre los que se destacan una gran inversión pública en investigación sobre agricultura tropical y en crédito para el sector agropecuario con tasas cada vez menos subsidiadas y enfocado en los últimos años a las granjas familiares y al desarrollo de cooperativas. En Brasil hay dos ministerios de agricultura, uno para los ricos, como el de Colombia, y otro enfocado a solucionar problemas de los campesinos y pequeños agricultores y a protegerlos.
Las tecnologías de agricultura tropical que permitieron la expansión de la producción agrícola en el cerrado, en la región centro occidental de Brasil, cuyas tierras son significativamente inferiores a las de Argentina, el sur de Brasil o el farm belt de Norteamérica, fueron desarrolladas autóctonamente por las universidades y centros de investigación de Brasil, con la abundante inversión del sector público en investigación agropecuaria, y la asistencia de universidades de América del Norte. El crecimiento de la productividad agropecuaria en el período 1975-2002 fue de 3,3 por ciento anual, muy superior al de la de Estados Unidos, que creció 1,8 por ciento al año, en promedio, entre 1948 y 2002.
El notable progreso de Brasil en este frente coincide con una apertura agropecuaria que consistió en reducir drásticamente la protección de la producción agropecuaria y en desregular, disminuyendo la interferencia del gobierno en el sector y los subsidios a los ricos. El contraste de los resultados con los de Colombia, que a partir de 2004 ha aplicado las políticas prácticamente opuestas, es abismal. (Continúa en una próxima columna).
Rudolf Hommes
Fuente:http://www.portafolio.com.co/opinion/columnistas/rudolfhommes/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_PORTA-4584643.html
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