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11/4/10
Un presidente para el cambio
Mockus en: http://www.uni-konstanz.de
Revista Eje 21. Jorge Arango Mejía. Domingo 11 de abril de 2010.
En la política, como en todo, cada día trae su afán. La campaña electoral ha cambiado completamente a partir de los resultados del 14 de marzo. Y ha cambiado para bien, como no es frecuente que ocurra. Veamos.
En torno al candidato del heterogéneo partido de la U, se han reunido los sectores de la derecha, desde los más recalcitrantes hasta aquellos que, acaso por pudor, se hacen llamar de centro. La adhesión de algunos conservadores de las épocas de la segunda guerra mundial, que entre todos no suman un voto al propio, no quita ni pone rey. Y tampoco agregaría nada el deslizamiento del candidato de Cambio Radical, hoy en franca decadencia por no haberse decidido a ser agua ni pescado.
En un momento afortunado, Sergio Fajardo decidió unirse a Antanas Mockus, y así ha surgido una posibilidad real de cambio, como es fácil demostrar.
Mockus ha sido rector de la Universidad Nacional y dos veces alcalde de Bogotá. En ninguno de esos cargos ha sido señalado como responsable de irregularidades o faltas. Por el contrario: fueron gestiones intachables, que le ganaron el respeto y la gratitud de los colombianos. No está contaminado por los vicios de la politiquería ni ha tenido jamás relaciones con grupos violentos. Es un hombre limpio, un intelectual respetable y no se le conocen deslealtades o volteretas propias de la picaresca politiquera, porque, sencillamente, no las ha cometido.
Tampoco contra Fajardo se ha lanzado ninguna acusación fundada. Fue un eficaz administrador como alcalde de Medellín y también es digno de respeto.
La gente sin compromisos clientelistas, la juventud, tiene en estos hombres unos representantes dignos.
No vacilo en decirlo y publicarlo: como liberal, en su momento acompañé a Carlos Gaviria, porque pensaba, y sigo pensando, que habría gobernado con unos principios liberales de la más pura estirpe. Injusta e inexplicablemente derrotado en la consulta, pensé que no me quedaba más remedio que la abstención. Ahora, sin embargo, votaré por Mockus con la conciencia tranquila porque estoy convencido de que en su gobierno no habrá tolerancia con la corrupción, ni compra de congresistas ni espionaje telefónico. Estamos ante el hecho más afortunado de los últimos años y se presenta una oportunidad que sería torpe, casi criminal, desaprovechar.
He sostenido que peor que la reelección, frustrada en buena hora, sería que el presidente Uribe, por sí y ante sí, eligiera su sucesor, arrebatándole al pueblo su libre albedrío.
Reafirmo esta tesis y agrego que el prestigio y los votos no son endosables, como si fueran cheques. Con mayor razón cuando el posible endosatario no reúne méritos o calidades que respalden el endoso. Ahora se olvida, por ejemplo, que el candidato del gobierno fue el mismo que, como ministro de Gaviria, en los terribles días del “apagón” o de “las tinieblas”, se inventó el absurdo cambio que se llamó “la hora Gaviria”, tontería que defendía con el ridículo argumento de que así “Colombia se asemejaría a los países industrializados”.
Esa tontería no perduró porque el pueblo presentó un proyecto de ley respaldado por dos millones de firmas, para volver a la “hora de Dios”, ante lo cual el gobierno dictó un decreto para deshacer el entuerto. Y que, además, fue el primero en proponer la torpeza indefensable del despeje y la “zona de distensión”, que más exactamente ha debido llamarse de tolerancia.
Propuesta que hizo como resultado de amigables charlas con el asesino “Raúl Reyes”.
Bienvenida, pues, la candidatura de Mockus, que abre una puerta a la esperanza y cierra otras al pasado que no conviene repetir. El Mundo.