Apreciados amigos de la astronomía
Hoy que celebramos el día de los Derechos Humanos quisiera empezar por reconocer los grandes retos tenemos como educadores, oficio del cual muchos de nosotros decidimos hacer nuestro proyecto de vida: esto dado que en esta materia, la educación definitivamente juega un rol definitivo para la garantía de una vida digna, dado que los derechos humanos son en sí esas condiciones que permiten crear una relación integrada entre la persona y la sociedad, y en ellos la educación le permite a los individuos ser personas, identificándose consigo mismos y con los otros, y prepararse para la vida en sociedad.
Quienes educamos en Colombia, debemos reconocer la deficiencia en formación en valores de nuestra juventud, entre los que se incluye el respeto a la vida como uno de los derechos fundamentales más vulnerados, o el de la salud y el saneamiento básico que se vulneran desde una cultura de la corrupción que menoscaba hasta los cimientos las arcas de los precarios recursos públicos destinados para satisfacer dichas necesidades. Y a esta falla en la educación se suma el preocupante panorama de las deficiencias en competencias básicas, de conformidad con la evaluación que se ha hecho en lenguaje, ciencias y matemáticas para el sistema educativo dentro del programa Pisa, según lo señalado por el ICFES el día de ayer.
Y esto es grave, dado que además de las dificultades de traducir el conocimiento a la práctica, nuestros escolares andan sin un norte, capturando las señales de unos antivalores que hacen más difícil consolidar ese proyecto de Nación que todos soñamos, y todo porque además de la crisis institucional, donde pocas personas y funcionarios eclipsan labores más que meritorias y apostolados de servicio con profundo sentido humanitario, también se han degradado las sanas costumbres en una sociedad donde la noticia surge de lo superfluo, se compra la conciencia y se premia el atajo y el camino fácil.
Uno de los factores que ha incidido más sobre esta problemática y que se relaciona de forma estrecha y en alto grado con los derechos humanos, es la pobreza que afecta a gran parte de los colombianos y por lo tanto a la propia educación del Estado que debería ser el referente del sistema. Incluso este factor quebranta mucho más las metas en formación e instrucción, que otros como son la baja remuneración de nuestros maestros o la politización de las secretarías de educación cuando no la de nuestras organizaciones gremiales, dado que todas finalmente atentan contra la dignificación de una noble profesión últimamente endurecida por las consecuencias de una política educativa que persiguiendo estándares cuantitativos se ha masificado a costa de su propia calidad.
Desde el OAM, Gonzalo Duque-Escobar
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Imagen adaptada de: Fundación Colombia Inclusiva
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