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30/9/13
Un territorio forjado en oro y café
Por Gonzalo Duque-Escobar *
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La fracción de la vertiente occidental de la hoya del Cauca caldense, es reconocida desde la Colonia por su vocación minera centrada en el potencial aurífero: en el Siglo XIX cuando la Nueva Granada generaba cerca del 40% del oro del mundo, Quiebralomo aparecía como la primera mina del orbe. Igualmente, la Misión Boussingoult (1822-1836) al centrar su interés en el oro y la plata de Marmato, Supía y Riosucio, subraya ese carácter en dicho territorio. En lo agropecuario, las principales opciones productivas en esta subregión abrigada por Asofelisa, que también incluye a Filadelfia y La Merced por la vertiente oriental del Cauca, de conformidad con sus principales renglones económicos, son: caña panelera, café, plátano y productos de pan coger. Mientras el monocultivo de café sin sombrío responde a un modelo agroindustrial, la caña panelera y los cafés especiales pueden avanzar en un escenario productivo amigable con el ambiente, como es la producción rural y artesanal que obliga a reestructurar las políticas agropecuarias perversamente diseñadas para negociar los TLC favoreciendo la agroindustria a costa del desarrollo campesino.
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Hoy, frente a la amenaza de desmantelar el patrimonio material e inmaterial de Marmato, la apuesta debería ser por una minería artesanal limpia, nutrida de íconos de la cultura Umbra levantados por los etnógrafos Guillermo Rendón y Anielka Gelemur, incorporados en el valor agregado del preciado metal. Este enfoque, obliga a replantear las actuales políticas públicas del sector minero orientadas a fortalecer un enclave de economía extractiva, desestructurando el ancestral territorio caldense y desmantelando su minería artesanal. Esta agenda deberá partir del reconocimiento de las comunidades étnicas, de programas como titulación de tierras y ampliación de resguardos, de educación propia y valoración de la etnomedicina, e inclusión de otros valiosos activos culturales de estas comunidades, donde la cultura Umbra aún viva evidencia que el exterminio de sus indígenas en 1625 no se consumó. El desafío para estas cabeceras donde abundan talleres de talabartería, tallados y tejeduría de fique es prevenir los estragos de la apertura de mercados: mientras la agroindustria se fortalece implementando la metodología de los clúster, la producción rural y artesanal obliga a estrategias soportadas en políticas de ciencia y tecnología, organización de pequeños productores para el control y desarrollo de cada eslabón de la cadena productiva, incorporación de valor agregado, creación de un nombre de marca fundamentado en elementos de la identidad cultural, fortalecimiento del tejido social, certificación de procesos, apoyo institucional y medios para la conectividad integral.
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La nutrida presencia de comunidades indígenas y afro que con su aporte a la minería engrandecen a Caldas, dada la mayor proporción poblacional de estas etnias en Riosucio y Marmato, en su orden, sumada al valor estratégico del Paisaje Cultural Cafetero como instrumento supraterritorial de desarrollo ambiental y económico para la ecorregión cafetera, son factores que hacen viable el fortalecimiento del sector servicios con el bioturismo en la subregión, partiendo de elementos de la cultura como el Carnaval del Diablo, el Encuentro de la Palabra y el Encuentro de Escritores Danilo Cruz Vélez, de Ferias como la de la Colación y de Fiestas como las de San Antonio y del Oro.
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La convergencia de vías en la Felisa: el Tren de Occidente con su banca comprometida por la minería ilegal y la Autopista de la Prosperidad en curso, además de la Carretera de Occidente (1939) y de la Transversal de Caldas objeto del Plan 2500, como corredores de conectividad facilitan, además de la oferta de bienes y servicios culturales expresión de la minería colonial ubicada del lado de Anserma (1539) y Supía (1540), y de la herencia de la colonización antioqueña enaltecida por el costado de Salamina (1825) y Filadelfia (1850), el desarrollo de un nodo logístico y posibilidades para industrias químicas de base minera, de conformidad con los once perfiles de proyectos formulados para Caldas por Gabriel Poveda Ramos (2006). Estas opciones, suficientes también para detonar el parque industrial del KM 41 previsto por la CDC (1989), que elevarían el PIB de Caldas hasta medio punto, contemplan entre otras posibilidades, explotar los yacimientos aún por evaluar del Carbonífero de Antioquia que aflora por Riosucio, Quinchía y Caramanta, para producir carbón licuado.
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* Profesor Universidad Nacional de Colombia. Http://galeon.com/cts-economia [Ref: Manizales, La Patria, 2013-09-30]
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