10/10/15

Michel Hermelin, geólogo-humanista, al servicio de Colombia



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por Carlos-Enrique Ruiz




Por nuestras vidas han transcurrido acontecimientos, gentes, instituciones, ajetreos de la más variada naturaleza. Pero lo más significativo sí es el mundo de la Cultura, el mundo académico. Y llevamos los recuerdos más duraderos de personalidades que de alguna manera nos marcaron por su sabiduría, por el don de gentes, por la humildad en el ejercicio del conocimiento y por la manera pródiga de compartir. Una de estas es Michel Hermelin-Arbaux (1937-2015), francés de nacimiento y colombiano de vocación y ejercicio. Formado Ingeniero-Geólogo en la famosa Escuela Nacional de Minas, con estudios en todas partes, y con todos los honores académicos encima. Investigador científico, docente irredimible, consultor internacional, conferencista lúcido sin recursos distractivos. Profesor jubilado y jubiloso de la Universidad Nacional de Colombia, sin ningún momento de desapego al trabajo de estudio e investigación, con preferencia en las labores de campo y de laboratorio, y la cátedra sostenida, en los años más recientes en la Universidad EAFIT, donde creó el programa de Geología. Su escritura, laboriosa y precisa. Miembro de número de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.




En París tuvo la primera seducción por la disciplina que ocupó toda su vida, al recibir un libro de Geología de manos de su profesor Daliphart, del Liceo Voltaire. Fue alumno destacado de Gerardo Botero, Stanley Schumm, Sheldon Judson, Heinrich Holland, entre otros, en la Escuela de Minas el primero, y en las universidades de Colorado y de Pinceton, los otros. Entre sus investigaciones descollantes tuvo la de explorar los orígenes de las terrazas fluviales, que su profesor Schumm había observado en no provenir de los cambios climáticos o tectónicos, con extrapolación de hipótesis a los paisajes tropicales de montaña.

Compartimos en la “Primera conferencia regional de Geotecnia” (UN, Manizales, agosto de 1975), donde presentó su estudio “Apuntes sobre geomorfología de Antioquia, área de Medellín. Consideraciones sobre el método escogido”, con mapa del área de estudio y detalles geomorfológicos. Y desde entonces no faltamos en la cercanía, mediando su mujer maravillosa, Marta-Elena Bravo, de estirpe de músicos y de alta formación en cuestiones de pensamiento, historia y planificación cultural, también con la impronta UN. Su aventura de investigar no estaba para nada revestida de galimatías ni de artificios esotéricos. Siempre tuvo a la racionalidad como aliada, y a la expresión clara y precisa como elemento infaltable de comunicación. En los diálogos era parco, ponderado en apreciaciones y abierto al libre examen de los temas. Lector asiduo no solo en los campos de la ciencia, también en historia, geografía, artes, letras…



En aquel trabajo de 1975 se aplicó a modelar un método que llevase, de manera ordenada, a conseguir los objetivos trazados: inventariar recursos naturales, renovables y no renovables; límites para su uso, y establecer un aprovechamiento óptimo, cuidando los impactos ambientales. Lo acompañaron expertos en ecología, en suelos agrícolas, en hidrología y climatología, con él de geomorfólogo. El “método geomorfológico” fue el utilizado, con base en experiencias del “Centro de Geografía Aplicada” (Estrasburgo, Francia), con estudio de fotos aéreas, exploración de campo y análisis de laboratorio.

En los preámbulos y en las secuelas de la erupción del volcán-nevado del Ruiz (cráter Arenas, Nov. 1985), con la tragedia de Armero, estuvimos también cerca, incluso en un trabajo de campo que desarrollamos con estudiantes, a partir de su iniciativa. Observó que estábamos presenciando el surgimiento de nuevos suelos, al detallar consecuencias de la avalancha desplazada por el río Chinchiná. Indagación que culminó con publicación en el “Boletín de Vías”. Hermelin tenía esa extraña y maravillosa cualidad de generar ideas de proyectos en visitas de campo, con lo cual alimentó multiplicidad de trabajos de grado, en los distintos niveles.

Su colega en EAFIT, oceanógrafo Prof. Dr. Juan-Darío Restrepo, con quien Hermelin recorrió hace dos años más de 400 kilómetros entre Leticia y el Alto Amazonas, lo recuerda así:

Michel fue nuestro mentor, maestro, colega, compañero de campo, amigo y padre. Todas estas facetas las podía uno apreciar cuando se iba a su oficina simplemente a consultarle algún concepto o hacerle alguna pregunta. Primero, como profesor discutía con uno las posibles respuestas, después como científico argumentaba la relevancia de la pregunta o del concepto; evacuado el tema, la conversación podía migrar a algún proyecto e idea por desarrollar e incluso a algún chisme del medio académico o científico y así sucesivamente hasta finalmente recibir un consejo de padre:

“muchachito, ese no es el camino…/ mi querido señor, hable con fulano y aborde el tema de esta forma…/ Maestro no le pare bolas a esas personas… etc.”

Michel, un hombre de amplio espectro era primero que todo hombre INTEGRAL. No negociaba la calidad académica ni científica, ni un concepto técnico amañado o forzado por alguna situación política o de desarrollo de su amado “batolito Antioqueño” y de sus queridas “cenizas volcánicas”, las cuales defendió en diferentes comités de discusión del rampante urbanismo y deterioro ambiental de suelos y bosques nativos del alto de las Palmas y el Valle de San Nicolás.


Su centro de vida y labor fue Medellín, pero con dedicación a indagar en todo el territorio colombiano. Su apego a este país fue enorme y ejemplar. Y con antenas bien puestas para estar al día en el desarrollo de la ciencia. Introdujo en Colombia los estudios de la geología ambiental, incorporada como rutina en los planes de estudio. En su lección de ingreso a la Academia de Ciencias, en 1995, se ocupó de “Las ciencias de la tierra y el medio ambiente en Colombia”, en sentido de esclarecer esa relación, al tomar en cuenta elementos de pasado y del presente, con la posibilidad de prever acontecimientos que puedan ser amortiguados o controlados, con una adecuada gestión ambiental, apoyada en las normas, pero con capacidad de generar conocimiento. En esta línea se ocupó del cambio climático y en la identificación de amenazas naturales. Recurrió a un adagio antiguo, originado en las ideas de Hutton: “El presente es la clave del pasado”. Tomó referencias del entronque de la geología con la ingeniería, comenzado a mediados del siglo XIX, hasta consolidar una actividad interdisciplinaria contemporánea en la Geotecnia.


En aquel trabajo, como en todos, hizo evidente su “fascinación por el conocimiento”, con la ambición de estar inmerso en procesos de ampliación del saber.

Otra experiencia de recordar, fue el estudio de Hermelin: “Prediagnóstico de aspectos geológicos” (Manizales, Oct. 1985), orientado a ser una guía preliminar para la zonificación urbana, en función de la propensión a los riesgos naturales. Elaboró mapas con las fallas geológicas que cruzan la ciudad. Estudio que debió acogerse y desarrollarse, puesto que se identificaron en él zonas de alto riesgo, algunas de ellas con edificaciones. De conjunto era motivo para una adecuada planeación urbana, con sentido de prevenir desastres, y de consolidar áreas de reforestación pertinente, por ningún motivo urbanizables. Pero otros intereses no permitieron llevar a feliz término el estudio, ni menos aplicar sus recomendaciones.




Michel Hermelin en el ejercicio de su profesión tuvo como centro de atención los riesgos y las amenazas, para contribuir en la salvaguarda de poblaciones vulnerables. Entre sus obras más recientes está la “Geografía de Antioquia” (Ed. Universidad EAFIT y capítulo de Antioquia de la Academia de Ciencias Exactas, Física y Naturales, Medellín 2006), en la cual actuó como Editor, que incluye valiosos trabajos suyos: “Los mapas de Antioquia” (en colaboración), “Paisajes”, “Amenazas y riesgos naturales en el departamento de Antioquia”. El libro congregó a 25 especialistas, con desarrollo de los temas siguientes: historia de la geografía, geografía física, geografía humana y geografía económica, con visión renovadora. Su sensibilidad, por ejemplo, se aprecia en el siguiente párrafo de su ensayo “Paisajes”:


La majestuosa silueta de los Farallones de Citará destacándose sobre el horizonte desde el Cañón del río Cauca, la selva interminable de las orillas del Atrato, la monótona ondulación de las colinas del Oriente Antioqueño: los paisajes de Antioquia son únicos y tienen historias distintas. Nadie permanece indiferente frente a ellos: inspiran a los artistas, motivan la reflexión de los estudiosos, la preocupación de los ecologistas y recrean la vista de todos. (p. 85)








Con su carácter de pedagogo, en el ensayo sobre “Amenazas y riesgos naturales” en Antioquia, precisa los conceptos de amenaza, vulnerabilidad y riesgo, para acudir luego a los fenómenos que ocasionan desastres: sismos, volcanes, inundaciones, avenidas torrenciales, movimientos en masa, erosión de costas. Y detalla las maneras de recoger registros de los desastres, en diversas fuentes, con mirada a las tendencias, de acuerdo al registro de informaciones confiables, que le permite advertir los factores de tener en cuenta: crecimiento de la población, aumento de población urbana, la acción del ser humano sobre la naturaleza, la influencia probable del mar por el cambio climático. Celebra, además, la puesta en funcionamiento del “Sistema nacional de prevención y atención a emergencias”, asimismo como la aplicación del “Código de construcciones sismo-resistentes”, y los deseables planes de ordenamiento territorial.

Otra obra singular de la que también Hermelin fungió como Editor fue: “Entorno natural de 17 ciudades de Colombia” (Ed. Universidad EAFIT, Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y la Sociedad Colombiana de Geología. Medellín 2007), donde se estudian Bogotá, Armenia, Barranquilla, Bucaramanga, Cali, Cúcuta, Ibagué, Manizales, Medellín, Montería, Neiva, Pasto, Pereira, Popayán, Santa Marta, Sogamoso y Valledupar.


Michel Hermelin deja profunda huella en las Ciencias de la Tierra, en la vida académica, en la intimidad de su familia y entre las amistades que le admiramos y advertimos sus pasos perseverantes de indagación, y de motivación en el compartir, hacia la formación de nuevas generaciones.




En Aleph, Octubre de 2015

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