Por: Gonzalo
Duque Escobar*
RESUMEN: Colombia, que estará cerrando el año 2020, en el que se juntaron una emergencia sanitaria sin precedentes que también sorprendió al mundo y una ola de protestas en las que los ciudadanos exigían mayores beneficios sociales y reformas profundas, pasa con cerca de cuatro decenas de miles de víctimas mortales del coronavirus y con millones de pobres más que en 2019, a enfrentar la vacunación y la crisis económica como retos para el 2021.
Pese
al surgimiento de la variante británica del coronavirus detectada ya en varios
países europeos, gracias al inicio de los procesos de vacunación como un hecho
que alienta la esperanza, creemos que lo peor de la actual crisis ha pasado,
dejando no sólo lecciones de humanidad y destapando varias problemáticas globales
de diferente naturaleza asociadas al modelo de desarrollo que agobian a nuestra
sociedad, sino también fortaleciendo un espíritu cívico durante la crisis en
todos los rincones del planeta.
El
tema del año 2020, en el que ha habido que prescindir de muchas cosas, ha sido la
pandemia del coronavirus, por tratarse de un hecho mundial con enormes impactos
sociales, económicos y ambientales, que además de frustrar planes y destruir sueños individuales y
colectivos, ha minado el empleo y producido cambios en casi todas las
actividades humanas, sobre todo en las del segundo y tercer sector de la
economía, dada la suspensión por lo menos parcial del aparato productivo,
propiciando un cambio estructural regresivo hacia la reprimarización
de las economías en países en desarrollo.
Esta
Navidad y Año Nuevo, como celebración familiar y oportunidad de estar con
aquellos que no hemos podido ver en todo el año, aunque hemos querido que sean
para estar cerca de los nuestros, son diferentes: obligados a protegernos con
el confinamiento estricto, muchas personas mayores y enfermos están limitados a
quedarse aislados de amigos y familiares, soportando las imposiciones de la
pandemia buscando protegerse del virus; para ellos recordemos la importancia de
la bioseguridad buscando que no corran la suerte de quienes han perdido la
batalla contra la enfermedad.
Aún
queda un largo y arduo camino por recorrer, con la tarea de esperar con
sensatez y paciencia, y de colaborar con sentido cívico para superar esta
crisis entre todos, haciendo uso de un espíritu fortalecido durante
la pandemia, pero también el reto de sortear otras dificultades, como la del
cambio climático que aún continúa pasando factura a los pasivos ambientales, y
la inequidad ahora exacerbada por el hambre y la pobreza. A pesar de que en
Colombia estamos en una etapa de récords diarios de contagios, después de la
tormenta que hemos padecido podemos esperar que lo urgente no nos oculte lo
importante.
Para
la CEPAL, las consecuencias de la pandemia serán muy diferente según el sector
y tipo de empresas, el impacto será muy diferente según el caso: en empleo,
América Latina y el Caribe cerrarían más de 2,7 millones de empresas formales
-de las cuales 2,6 millones serían microempresas-,
con una pérdida de 8,5 millones de puestos de trabajo, al tiempo que el
comercio y el turismo perderán en conjunto 1,7 millones de empresas y 5
millones de puestos de trabajo. Como referente, en un balance preliminar la CEPAL prevé una
contracción económica promedio de 7,7% para 2020 -la mayor en 120 años- y un
rebote de 3,7% en 2021, en
la región.
En
esta coyuntura, aunque tarde aprendimos que se debe apoyar a las pequeñas
empresas obligadas a cerrar y a quienes pierden el empleo. Ahora, en el caso
colombiano donde la economía en el segundo trimestre del año había registrado
el histórico desplome del 15,8 % y en el tercer trimestre pasó a
una caída del PIB
del 9 %, gracias a una tenue recuperación del aparato productivo relacionado
con el levantamiento de cuarentenas sectorizadas en las grandes urbes, según varias
estimaciones para este año la expectativa neta de empleo se sitúa en 5% y se
prevé una caída del PIB del 5,5%.
Si
en América Latina y el Caribe la contracción del PIB del 5,3% en 2020 será la
más grande desde 1930, con fuertes repercusiones en el trabajo, la pobreza y la
desigualdad, ya que se prevé un desempleo que pasaría del 8,1% al 11,5%,
equivalente a la pérdida de 28,7 millones de puestos de trabajo adicionales
entre 2019 y 2020, y un incremento de la pobreza del 4,4%, la política fiscal
se convierte en una herramienta fundamental para enfrentar la crisis. Siendo
así, para el caso colombiano gravitarían las dificultades macroeconómicas de
déficit persistente y aumento de la deuda pública, para impulsar medidas
precisas y oportunas.
* Profesor de
la Universidad Nacional de Colombia http://godues.webs.com [Ref-:
La patria. Manizales 2020-12-28] Imagen, en www.freepik.es
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