La Patria/ Editorial/ Opinion/ Álvaro Segura López/ 2010-09-19.
Invito al Gobernador y a sus áulicos y palaciegos a discutir sensatamente si es más enemigo del departamento quien no lo gobierna bien o aquellos que contra viento y marea se atreven a denunciar entuertos, yerros y falsedades.
Se despachó esta semana el Gobernador de Caldas, Mario Aristizábal Muñoz, contra el periodismo local en la instalación de las sesiones extraordinarias de la Asamblea porque, según él, quienes dan a conocer la comisión de asuntos administrativos poco claros, denuncian abusos de poder y revelan detalles de investigaciones propias y algunas pocas sanciones de los organismos públicos de control, son los culpables de que la imagen del departamento (que además es la suya) esté por el piso ante el país.
Qué extraña forma de sacudirse de sus múltiples yerros y los de subordinados suyos, que son los secretarios, gerentes, directores y asesores, para buscar tapar una realidad de mentiras y malos resultados de una administración que como la que regenta a pesar de muchos y evidentes logros de enorme impacto ciudadano, se ha destacado más por situaciones oscuras, escándalos y mentiras.
Ahora, que esos asuntos que lo han puesto en el ojo del huracán no una, ni dos, ni tres, sino muchas veces los informen sólo unos cuantos periodistas y medios independientes, mientras el grueso de los "comunicadores" los ignoren, los callen o simplemente los mencionen pero para hacer la defensa del mandatario departamental, no significa que se le esté haciendo mala prensa a Caldas.
No han podido entender muchos de los gobernantes en este país que su obligación es hacer las cosas bien, propender por el bien público, ser absolutamente transparentes y administrar con sus amigos (o contrarios si lo quieren), pero acatando las leyes y el ordenamiento jurídico, independiente de que los medios de comunicación y los periodistas destaquen, exalten y hagan alarde o no de su gestión.
Claro que Aristizábal Muñoz que ha hecho cosas importantes en materia vial, devolviéndoles vida y dinámica a los municipios de Caldas; que ha garantizado seguridad en todas las regiones, y que se la jugado toda por macroproyectos de gran impacto para el departamento y para la región, da la sensación de que solo tiene ojos para ver cuándo se advierten asuntos irregulares (que los ha tenido y muchos) y no cuando se le reconocen sus aciertos.
Pero es que también hay que hacer claridad en cuál es la función de los medios y de los periodistas, que no es otra que buscar y decir la verdad, no tapar, escuchar y ser la voz del pueblo. Sin embargo aquí (y en todas partes) la pauta oficial acalla a medios y a comunicadores y los vuelve serviles sin importarles si dicen o no la verdad o si defienden lo indefendible.
¿Acaso es una mentira que a través del Fondo Mixto para la Cultura y las Artes se feriaron decenas de contratos por miles de millones de pesos; que en los dos primeros años desde la Territorial de Salud se hizo lo que se quiso en materia de contratación y se dilapidaron millonarios recursos; que después de muchos bandazos en educación se consiguió una persona que ha tratado de ordenar ese caos; que en la Licorera pasan y han pasado muchas cosas que no han podido ser esclarecidas; que antes del plan del billón se entregaron a dedo contratos para obras de emergencia, o que quedaron enormes dudas sobre la forma como se pretendía comprar una veintena de vehículos, los cuales terminaron adquiriendo cada una de las secretarías?
A veces siento que me vuelvo monotemático con esto del Gobernador de Caldas, pero después de ver lo sucedido en la Asamblea y cómo Aristizábal Muñoz culpa a periodistas y medios locales porque por ellos la imagen de Caldas es puesta en la picota pública de Colombia e insiste en que quienes lo atacan o cuestionan su administración ensucian el agua que han de beber nuestros hijos, me lleno de rabia y digo que no hay derecho a que un dirigente que le vendieron a los caldenses como inteligente, estudiado y sensato tenga tan poco raciocinio y no entienda que el ser la primera autoridad del departamento lo obliga a ser doblemente transparente y sujeto al escrutinio público. De lo contrario hay que decirle, para qué se metió en semejante berenjenal.
Invito al Gobernador y a sus áulicos y palaciegos a discutir sensatamente si es más enemigo del departamento quien no lo gobierna bien o aquellos que contra viento y marea se atreven a denunciar entuertos, yerros y falsedades.
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