La Patria/ Opinión/ José Fernando Botero Calderón/ 2011-05-07 00
Durante la pasada Administración Municipal, tuve la oportunidad de desempeñarme como Consultor del señor Alcalde de la ciudad para la conceptualización y estructuración del Sistema Integrado de Transporte Público de Manizales - SITP. Dadas las dificultades que se han presentado con su puesta en marcha y las recientes manifestaciones de al menos un exfuncionario de la actual Administración, es mi deber profesional y ciudadano contarle a los manizaleños cuál es el objetivo del Proyecto, cómo se estructuró y cómo concebimos en su momento que debería operar.
Manizales, como todas las ciudades colombianas y la gran mayoría de ciudades intermedias y grandes de Latinoamérica, tienen serias dificultades con el transporte público colectivo (buses y busetas, sin incluir taxis), dificultades estas que pueden resumirse en: a) sobreoferta, o sea, un número de buses y busetas mayor al que la ciudad requiere para la adecuada prestación del servicio. La sobreoferta genera sobrecosto de operación y vehículos innecesarios en las vías, lo que se traduce en congestión vehicular, mayor contaminación y rápido deterioro de las vías que deberán repararse con los impuestos de los manizaleños; b) rutas no soportadas, conocidas como "piratas", que se desplazan por cualquier vía de la ciudad, generalmente las de mayor demanda y no necesariamente por donde los ciudadanos más las necesitan. La ciudad tenía al inicio del proceso de creación del Sistema Integrado de Transporte unas sesenta y dos rutas que finalmente, tras los estudios y diseños objeto del Proyecto terminan siendo cuarenta y cuatro; c) la Administración Municipal no planea, administra ni controla debidamente el Sistema de transporte, lo que permite, o mejor lleva, a las Empresas transportadoras a convertirse en simples afiliadoras de vehículos lo que se traduce en la prestación de un servicio de baja calidad y alta evasión.
Adicional a lo anterior, el servicio público de transporte colectivo en Manizales se viene prestando desde décadas atrás por siete empresas transportadoras que operan buses de propiedad de unas cuatrocientas ochenta familias de caldenses que derivan su sustento de ese oficio; en otras palabras, el sistema de transporte de la ciudad es patrimonio de caldenses y lo operan conductores y empresarios caldenses que durante muchos años no solo nos han servido a los manizaleños sino que además y muy especialmente, derivan de él su sustento.
La situación descrita lleva a que los ciudadanos se vean abocados a: a) un sobrecosto de operación que, como en todo el país, se cubre con mayores tarifas; b) cuando su presupuesto familiar se lo permite, el ciudadano debe tomar dos buses y pagar dos pasajes para sus desplazamientos, pero cuando este, en especial los de estrato 1 y 2 (que dedican hasta un 17% de su ingreso a transporte), no cuenta con los recursos necesarios para pagar los dos pasajes, debe caminar el trayecto más corto y pagar el más largo; c) las rutas no controladas permiten que los vehículos no siempre transiten por vías cercanas al origen y destino, ni con la frecuencia que se requiere, produciéndose la conocida "guerra del centavo" y desmejorando la calidad del servicio.
Por lo expuesto, entre otras razones, se concibió un proyecto partiendo de unas premisas básicas enfocadas primero que todo hacia los ciudadanos, luego hacia la ciudad y finalmente hacia los empresarios del transporte. Tales premisas se pueden resumir en que el Sistema: a) permitiera a los ciudadanos, en especial los de estrato 1 y 2, desplazarse entre dos lugares cualquiera de la ciudad con el pago de un solo pasaje y un transbordo o transferencia; b) mínimo en el 95% del área urbana se encontrase una ruta en operación a máximo 200 metros, siempre y cuando la topografía lo permitiera; c) se diseñarían técnicamente unas rutas que minimizaran los recorridos para hacerlas más eficientes en costos y menos contaminantes, o lo que es lo mismo, tarifas menos onerosas y un sistema sostenible; d) permitiera a las siete grandes empresas y a las cerca de 480 microempresas familiares del transporte, seguir en ese negocio siempre y cuando cumplieran estrictas condiciones de operación controladas por indicadores de gestión; e) no exigiera grandes inversiones por parte de la ciudad ni se disminuyera en un solo kilómetro de vía disponible para los otros medios y modos de transporte.
Es así como el proyecto de transporte de Manizales, no es un proyecto de demolición y cemento, ni de estrechamiento de calles; es un proyecto de servicio a los ciudadanos con un alto contenido social, que manteniendo la propiedad en los caldenses e incrementando la eficiencia del sistema, hace más accesible el transporte público a las personas de bajos recursos y más competitiva a la ciudad.
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